Corona Capital 2021 ¿Festivales en declive?

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Uno de los primeros festivales de música que se esperan con más expectación en la Ciudad de México es sin duda el Corona Capital, donde se conjuntan diversos géneros en un ambiente relajado y festivo con aroma a otoño, la expectativa de esta emisión sin duda es más alta por las restricciones  de sanidad por la pandemia por Covid-19 en el mundo. La Ciudad de México con sus múltiples cambios de semáforo y sus modificaciones a la sana distancia generaron un clima de incertidumbre y emoción que envolvieron a buena parte de los asistentes, que, sin duda, después de apersonarse y empezar a disfrutar del recinto y sus bondades, fueron aflojando las medidas sanitarias dejándose llevar por el momento.

Y así nos entregamos a la música, el sol, la camaradería y la expectación, a soltarnos el pelo y quitarnos el cubrebocas, la prisa por la reunión por el cotorreo en grupo era palpable, sin duda el aliciente de poder juntar los cuerpos al sonar de las rolas representativas de cada banda le dio un espíritu de unión muy fuerte, lamentablemente para muchos se vio opacado por las cancelaciones de último minuto, que si bien, no están bajo el control del festival si mermaron los ánimos y la afluencia.

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Como cada edición, se espera un sonido mejorado y visuales llamativos y de mejor calidad, la tecnología de nuevo nos jugó una mala pasada, el internet en general fue malo y en algunas presentaciones donde bandas como SG Lewis no pudieron usar sus teclados, optaron por algo más acústico acompañados por las palmas del público, el sol el calor y las notas dulces de synth-pop de la banda no hicieron decaer el ánimo, al contrario, dieron pie al aumento del suministro de bebidas hidratantes y embriagantes en los spots de marcas como Smirnoff, Corona y Pepsi. El precio de festival sigue siendo un misterio, ¿por qué es tan alto? Entiendo que no inalcanzable, pero si te deja con la sensación de haber perdido toda la quincena en dos tragos, para contrarrestar este efecto hubo sitios para que la banda pudiera rellenar sus bolsitas de agua oficiales con el vital líquido y un mejor servicio en los baños.

La gran decepción del día uno se dio con la cancelación de The Kooks, la banda lleno de hate las redes por un asunto personal del vocalista, luego se hizo más grande al saber que Disclosure, una de las bandas más esperadas, tampoco podría presentarse por cuestiones de salud, en donde el ingenio (pasado de lanza) de la banda no se hizo esperar y se soltaron toda clase de memes haciendo burla del poco fortuito encuentro de la banda en el prestigioso y ultra caro restaurante Pujol. El ánimo no decayó por completo pero si se notó cierta molestia, como medida para contener la furia masiva, se informó en un comunicado que quienes tenían boleto para el sábado podrían acceder al festival el domingo con el mismo boleto y si querían su reembolso podrían pedirlo. Aunque a decir verdad, la medida no fue suficiente.

A pesar de las cancelaciones, todo se fue desarrollando en aparente normalidad, ya que la cancelación de Disclosure dio pie a otro cambio, LP se presentaría una hora después de lo anunciado lo cual la colocaba encima de la presentación de Tame Impala que cerraba con todo en la noche, el Fandom de LP estuvo siempre prendido y dispuesto a pesar del retraso, es uno de los fandoms más entregados que he visto.

Tame Impala desde el descenso en su nave nodriza nos envolvió con sus coloridos estímulos visuales para someternos a su antojo, cuando ya el cuerpo no daba para más después de esta jornada bajo el sol y luego un poco de lluvia, Impala llegó a calmar nuestras ansias de música, de comunión, de contacto humano, para dejarnos viajar con ellos por su galaxia.

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Dia 2

Al día dos se le veía el cansancio, la resaca, el notable dolor de rodilla, la gente fue llegando tarde al encuentro musical, casi más por inercia que por ganas, poco a poco había más gente acomodándose para relajarse con el groove de Flamingosis para esperar ahí mismo a The Whitest Boy Alive que avivó un poco el ambiente. En contraste Pepsi organizó una Fiesta Silenciosa, una reunión donde había dos DJs mezclando en vivo y compartiendo su música a la audiencia mediante audífonos, mientras se acomodan en grupos de 6 en corrales, el ejercicio inmersivo resulta contrastante en un espacio recién abierto a la experiencia musical multitudinaria, dejándonos una sensación de extrañeza propia de lo vivido durante la pandemia, ya que muchos conciertos sólo se pudieron disfrutar de manera remota y con audífonos. Sirva este ejercicio performativo como recordatorio de que esto aún no ha terminado…

Hacia la tarde noche The Bravery se paró en el escenario en tiempo y forma, la nostalgia era la moneda de cambio, empezaron con buen ritmo pero fueron decayendo poco a poco, el domingo de resaca estaba causando estragos en la banda que no logró mantener a toda la audiencia inicial al final de su presentación, sus riffs de happy punk no sirvieron para entusiasmar a más de dos y poco a poco de fue vaciando el espacio.

 

Para Rüfus Du Sol la banda estuvo a tiempo, sentada en el pasto, tranquila, pero como siempre, el llamado de las luces apagadas enciende la euforia contenida y la multitud se arroja hacia el frente como marea arrasando con todo y con todos, así arrastrados por la ola, el sonido impactando el suelo del escenario nos dio una probadita del poder de este conjunto australiano que nos embrujó desde el primer track, dejándonos en el disfrute y el misterio de la penumbra de su escenario de iluminación austera.

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Hacia el final de la velada, ya con notable pesadez, la banda esperaba a Twenty One Pilots, la multitud se hizo un gran grupo compacto que se movía en conjunto, donde no quedaba un espacio más para maniobrar con la cámara o el celular sin que alguien te pasara encima, la audiencia coreó entusiasmada las canciones, rapearon y brincaron en un momento de comunión con la banda que a decir de su vocalista estaba súper feliz de tocar en uno de sus lugares favoritos en el mundo, palabras más palabras menos, sirvieron de encantamiento para tener a la multitud a sus pies.

El primer evento multitudinario sin fuertes restricciones sanitarias se llevó a cabo sin incidentes graves, las escenas clásicas de los soldados caídos siendo remolcados por sus compas hacia las salidas, las filas interminables en los sanitarios, el porro que va de boca en boca en el grupo de amigos, aunado al uso no tan estricto del cubrebocas y la sanitización esporádica de espacios dejan pensando en las posibilidades aterradoras de contagios masivos e incontrolables, teniendo en cuenta que en Europa nuevamente se está haciendo un llamado al encierro. El Corona fue gran un momento para vivir el aquí y ahora y saborear la libertad, queda mucho por hacer para fomentar una verdadera cultura del cuidado, y donde tengamos claras nuestras responsabilidades para con los otros, el amor está en el aire, junto  con otras partículas menos agraciadas, pero la música sigue, y seguirá mientras encontremos los medios para compartirla.

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Texto y fotos: Gaby Vilchis

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