Terapias afirmativas para la comunidad LGBTTTI+, nada que curar

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El viernes 24 de julio de 2020, fueron tipificadas como delito las “terapias de conversión” que habían existido desde finales del siglo XIX como métodos de reorientación sexual  (George, 2018).  El uso de estas terapias se basa en la construcción de una sociedad heteropatriarcal en la cual predomina el machismo y la homofobia, causando un rechazo absoluto a las personas con preferencias sexuales distintas a la heterosexualidad. La homosexualidad era tipificada como una enfermedad mental en el DSM y en el CIE hasta hace muy poco tiempo (Astaíza Martínez, 2016). A raíz de esto y como solución a estos actos de homofobia, en 1982 comenzaron a surgir las llamadas “terapias afirmativas” para la comunidad LGBT, con una finalidad contraria a lo que eran las terapias de conversión, la aceptación y validación de la propia sexualidad sin importar cuál sea ésta (Borges, 2009). La creación de este tipo de terapias es verdaderamente importante ya que las personas de la comunidad LGBTTTI+ viven y experimentan situaciones verdaderamente traumáticas que comienzan desde sus propios hogares y se expanden a un rechazo mundial, literalmente. En estas situaciones no solo está el rechazo, que provoca daños psicológicos y emocionales, sino también puede llegar hasta los crímenes de odio, dónde personas son asesinadas abruptamente únicamente por su  orientación sexual.

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Dado a las situaciones que viven y han vivido a lo largo de la historia las personas LGBTTTI+ (discriminación, violencia, estigmatización…) se considera necesario que exista un campo específico para el tratamiento psicológico de estas personas, ya que sus vivencias, experiencias e historia son muy distintas a las de quienes no hacen parte de la comunidad, y es por esto que los temas y problemas a tratar tendrán que verse desde un enfoque diferente, “reportándose en la literatura la implementación de Terapias Afirmativas con base teórica y/o técnica en diferentes tradiciones psicoterapéuticas tales como el psicoanálisis, la terapia sistémica o las terapias cognitivo-conductuales, entre otras” (Borges, 2009).

La importancia de la existencia de este tipo de terapias es que, al estar especializada en eso, el o la paciente tiene la seguridad de que no va a ser juzgado, juzgada o juzgade por un psicoterapeuta que pueda llegar a tener una postura homofóbica al momento de revelar su orientación sexual (Ardila, 2007). “Para acompañar el proceso terapéutico, el terapeuta debe aceptar incondicionalmente al consultante, esto se debe a que hablar abiertamente sobre su homosexualidad le puede permitir reconocer aquellas ideas irracionales sobre su persona y sobre su orientación sexual.” (Astaíza Martínez, 2016) No podemos esperar que absolutamente cada psicoterapeuta, viviendo en una sociedad con cierta estructura, esté completamente de acuerdo con todos los temas que están saliendo a la luz en la actualidad, pero si lo podemos esperar de psicoterapeutas que se especialicen en estos temas y cuyas terapias tengan este enfoque.

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El principal objetivo de las terapias afirmativas son, como lo dice su nombre, el afirmar la propia sexualidad de cada persona, ya que, por toda la carga histórica cultural y social, llega a ser normal que las personas de la comunidad nieguen su propia orientación sexual por estructuras mentales que tienen arraigadas a su persona. Se les quiere reafirmar que su estilo de vida es tan válido como el de una persona heterosexual y no es una patología (Astaíza Martínez, 2016). Estos procesos deben de ser verdaderamente difíciles para las personas de la comunidad, ya que se crece escuchando cierta cantidad de prejuicios sobre lo que es ser “queer”.

Estos prejuicios van desde el lenguaje, que muchas veces implica que el ser gay, lesbiana, trans… es malo, y van hasta el rechazo y violencia hacia personas con estas orientaciones sexuales. Al crecer con tantos prejuicios hacia algo, es difícil deconstruir la estructura mental que cree que eso es algo malo, es difícil aceptarlo tanto para una misma como para las personas que nos rodean. Las personas con orientaciones sexuales distintas a la heterosexualidad muchas veces sienten miedo de expresar su verdadero ser con sus familiares, ya que hay una gran posibilidad de que sean rechazadxs por sus propias familias. Esto se logra con técnicas de terapia cognitivo conductuales en las que se promueve la reducción de los pensamientos autocríticos y de las comparaciones con personas heterosexuales ayudando a mejorar la autoestima, bajar los niveles de depresión y contribuir a la creación de una propia identidad individual y social (Astaíza Martínez, 2016).

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Otro enfoque de este tipo de terapias es el aprender lidiar con el hecho de vivir en una sociedad homofóbica. Las personas de la comunidad LGTTTI+ se enfrentan a una discriminación muy fuerte y en muchos dominios, llegando a experimentar “rechazo social, autodevaluación, confusión de identidad, aislamiento y dificultades familiares” (Astaíza Martínez, 2016), pero también violencia física y/o psicológica que puede llegar hasta la muerte de la persona en forma de crimen de odio o incluso un suicidio. ¿En qué momento se volvió, no sólo “normal”, sino socialmente aceptado asesinar a una persona simplemente por su preferencia sexual? Las personas LGBTTTI+ viven con el miedo de poder morir en cualquier momento sólo por salir a la calle expresando su identidad abiertamente. Eso no es libertad.

Las terapias afirmativas también sirven para personas que aún no están listas para salir del closet (Ardila, 2007). En estas terapias se les ayuda a enfrentar el miedo que tienen de que algún familiar descubra su orientación sexual y las rechace (Ardila, 2007). Les ayuda para darles la valentía de hacerlo, pero también les da sugerencias de cómo hacerlo, cuándo hacerlo, con quién hacerlo primero y les ayuda a prevenir las posibles reacciones de las personas con las que lo hagan, ya sean positivas o negativas. Tienen que mentalizarse fuertemente sobre la posibilidad de perder un trabajo, un amigo, amiga, amigue o incluso un familiar.

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Por otro lado, las terapias afirmativas también tocan temas más recurrentes de otro tipo de terapias como por ejemplo los problemas de pareja. Pero también los problemas de las parejas gay en específico, ya que, como pareja, se enfrentan situaciones distintas a las parejas heterosexuales. Entre ellos está el no poderse presentar como pareja oficial, el no poder adoptar fácilmente, el rechazo social y familiar, etc… Las parejas homosexuales tienen menor respaldo legal que las heterosexuales, aunque ya han avanzado bastante en algunos lugares del mundo (Ardila, 2007). Agregado a los problemas de pareja normales, que suelen ser bastantes y profundos, hay otros más que afectan a las identidades y autoestima de la pareja.

Sin embargo, no podemos dejar de lado las limitaciones de las terapias de afirmación. Estas limitaciones se basan sobre todo en personas de la comunidad LGBTTTI+ que tienen creencias religiosas fuertemente arraigadas a su persona (Astaíza Martínez, 2016). Es sabido que muchas religiones castigan fuertemente la homosexualidad, por lo que las personas creyentes de estas religiones tomarán el factor de su espiritualidad religiosa como una limitante para expresar su sexualidad libremente. Las terapias afirmativas tienen la limitante de no tomar en cuenta la religión de estas personas, dejándola a un lado en el momento de tratar los temas de aceptación. Esto puede resultar ofensivo para estas personas, lo que causará que su visión de la terapia se vea sesgada.

Creo que vivimos en un momento en la historia en la que debemos impedir que cualquier cosa nos limite, simplemente ser. No significa que aceptemos todo incondicionalmente, sino que al menos lo consideremos y de ahí tomemos nuestras decisiones.

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Inclusión Total

Escrito por Maria Luna Flores

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