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Lee esta crónica de una noche de versos, vinilos y chelas, protagonizada por N. Hardem, Mismo Perro y Bad Panda.
The Needle Drop convocó amantes de rap y su cadencia rítmica para una noche de vinilos, cortes y versos que se lanzaron al aire como carcajadas entre amigos. ¿Qué fue The Needle Drop Vol. 1? Una tremenda oportunidad que emergió entre el flujo de carteles, eventos, nuevos espacios y experiencias, de esas para lanzarte a una aventura citadina y disfrutar de un show en vivo. Fue en la colonia Roma donde, en esta ocasión, la virtud en los platos de Bad Panda, los scratches veloces de Mismo Perro (Colombia) y la voz y mensaje de N. Hardem (Colombia) acompañaron las cabezas que se movían de arriba abajo, como la aguja que va al encuentro del acetato en turno. El rap amenizó inmejorablemente esa vuelta, paulatina todavía, pero vuelta al fin, a esa convivencia con extraños, a esas charlas con desconocidos que, hoy en día, saben a un punchline certero para dejar callado al rival o a ese corte del DJ que te hace voltear a las tornamesas y gritar más fuerte. El rap, como nosotros, sobrevive. Y eso se celebra.
Hubo chelas y cubas para las gargantas secas, que desde las 7 de la noche ya coreaban las rolas con las que Bad Panda fue calentando el ambiente. Panda es experto en el tema, si lo observas mientras ejecuta, podrás notar cómo mide la temperatura de su audiencia, como aprovecha para voltear en determinados momentos y percibir qué le hace falta o qué le sobra a los presentes, quienes con el cuerpo siguen lo que él dicta con el BPM. Quizá este detalle explica que, no importa cuánto lleve tocando Bad Panda, siempre hay que esperar un drop o alguna secuencia que te hará dejar el chisme a la mitad, por celebrar con gritos y bailes espontáneos.
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También Mismo Perro transmitió su esencia desde los platos y la SP 404, una máquina emblemática para el sonido Lo-Fi que actualmente suena en todo el mundo. “Esta máquina la tengo hace 7 años, o más. Ahora cuesta el triple de lo que me costó a mí”, me confesó Mismo Perro antes de bajar a actuar. Cerveza en mano, cabeza fría y ritmos certeros, todos precedidos de su firma inconfundible, un audio en donde lo que parece ser un sonidero colombiano le manda saludos a él y a su clica. Este tornamesista, conocido en la escena rap hispanohablante por ser el secuaz de N. Hardem, pero también por rapear duro y tener una creatividad exorbitante, es de esas mentes relajadas que, cuando se trata de entrar a chambear, se transforman, y él lo hace en un sample o un filtro, un instrumento o algunas palabras en el micrófono: personifica la música con actitudes y muecas.
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Esos intros que proyectan paz, aunados a las baterías lentas, fueron preparando el sitio para los beats duros que también incluye el disco Verdor, el más reciente de Hardem y cuyas canciones resonaron por la avenida Álvaro Obregón. La gente metida en las líneas, los más fanáticos cantando y bailando al pie de la escalera que separaba al artista de la gente y esa sensación de pertenencia que se genera cuando un mismo ritmo inspira los cuerpos y pensamientos de los presentes. The Needle Drop Vol. 1 fue un incendio anímico, pero en lugar de cenizas, dejó ganas de más.
Rap colombiano, de mensaje tangible y con un valor muy diferente al que se expone en FM o en los tops de visitas, directo desde Bogotá y sin escalas, rap que hizo eco en la colonia Roma y que, seguramente, regresará para encontrar todavía más resonancia en sus esquinas y rincones.
Esta primera edición reunió a gente dispuesta dejarse llevar por la magia de los cortes de vinilos en vivo y el rap de Hardem, ese que siempre tiene una reflexión que exponerte, y la segunda entrega de este evento, anticipamos, será todavía mejor.
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The Needdle Drop Vol 1, con N. Hardem, Mismo Perro y Bad Panda, la noche de chelas, vinilos y humos más divertida del año, hasta ahora…
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texto por Jomi Ávila
Fotos por Eibar Mata
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