Un libro hueco

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Dicen que para conservar un libro hay que usarlo. Por lo general el uso está en la lectura, después de eso, guardarlo en un lugar donde no se maltrate, evitar el polvo, la humedad, la exposición al sol, evitar la propagación de insectos y roedores, entre otras sugerencias importantes. Creo que hay mucha gente que ama los libros y les asigna un espacio casi sagrado.

También creo que está la otra parte, es decir, personas que no le dan al libro el valor que se merece y por eso te llegas a encontrar con situaciones como la que a continuación les relato.

En mis recorridos por los tianguis, muchas veces veo libros echados a perder, que se mojaron, que se despastaron, que se deshojaron y aún así las personas los ponen a la venta. Hay también libros en muy buen estado, lo que quiere decir tal vez que, quien los tenía, era cuidadoso o cuidadosa; sin embargo, los vendió a los desechó y su destino fue el camión de la basura y por ello, circulan entre la chachara y otros objetos.

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En una ocasión, en el tianguis de Santa Cruz Meyehualco, colonia antaño famosa por los tiraderos, encontré un libro de Ramón del Valle-Inclán que hacía tiempo quería leer: Tirano Banderas. Lo guardé en la bolsa que llevaba para hacer las compras de la comida y lo llevé a casa, emocionada porque al fin se me daba la oportunidad de tenerlo.

Por la noche, decidí dar lectura a esa novela, aunque antes, como es seguro que muchos lo hagan, me gusta hojear el libro, observarlo, ver el índice, en fin. Entonces, sucedió lo inesperado; justo a la mitad del libro había un hueco rectangular donde al parecer el antiguo dueño guardaba algo.

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En realidad, yo había visto eso en películas, donde se guarda una pistola, algo valioso, dinero. Sentí una gran decepción porque el libro estaba inservible, la historia no estaba completa, la mutilación del libro era tal que las palabras, los párrafos estaban, fragmentados y no se lograba dar seguimiento a la trama.

Por ejemplo, en un sitio de restauración de libros que se llama El Arca, encontré este dato:

“Una pistola oculta dentro de una biblia, hecha para Francesco Morozini, duque de Venecia (1619-1694). El dueño de la Biblia podría sacar el marcador de seda para disparar mientras el libro todavía estaba cerrado. Ahora en exhibición en el Museo Correr en Venecia”.

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Entonces, la obra Tirano Banderas se convirtió en una caja para guardar objetos. Una de las mejores obras de Valle-Inclán se destinó para resguardó no de una pistola, pero sí para guardar otra cosa.

Investigué el por qué se hace eso con los libros y me encontré con un manual de cómo hacer un libro hueco que de entrada decía lo siguiente: “Un libro hueco puede ser un ingenioso lugar para esconder cosas. Ya sea una llave de repuesto, una nota secreta o hasta dinero. La mayor parte de la gente no buscará en tu biblioteca privada si está buscando cosas personales. Además, es una muy buena manera para pasar algo a alguien de manera discreta y sin que los curiosos sospechen nada”.

https://es.wikihow.com/hacer-un-libro-hueco, en este sitio, dicen paso a paso cómo hacerlo y qué materiales utilizar. Entre las instrucciones está la de seleccionar un libro que sea de uno, de nadie más, de preferencia de pasta gruesa, luego sigue el demás procedimiento. De hecho, hay otros sitios donde hay un manual para hacer del libro una caja de secretos.

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Aún tengo en mi librero, la obra Tirano Banderas, Novela de tierra caliente, no tuve el valor para tirarlo. Encontrar una oquedad en el libro me dejó cierta frustración y me pregunté por qué los libros, en cierto momento, dejan de ser una obra de arte y se vuelven simples objetos, por qué llega un momento en que su valor se reduce a solo papel que se puede desechar, romper o recortar.

A partir de entonces, cada vez que adquiero un libro en un depósito de papel o en algún tianguis o tendido, reviso que no esté mutilado, que tenga todas sus páginas. Así evito encontrar una historia incompleta, que no sé si un restaurador de libros podría salvar.

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#DepositoDePapel

Depósito de papel

Texto: Hortensia Carrasco 

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