«Buster» Keaton o cómo caer bien.

El principal recurso de «Buster» Keaton fue caer bien.

Nació en Kansas en 1895, dentro de una familia de actores de vodevil y con el nombre de Joseph Frank Keaton. Desde niño conoce el escenario, es más, con algunos meses de edad ya era usado por sus padres para algunas rutinas en las que era lanzado por los aires. Conforme fue creciendo sus caídas pasaron a ser por las escaleras o simulando resbalones. Estos actos en los que se ponía la integridad del niño Keaton en peligro no pasaron por alto a las autoridades, quienes en más de una ocasión denunciaron a su padre de abuso infantil, con infructuosos resultados. 

Siguiendo la leyenda, se dice que el mismo Harry Houdini tras presenciar una de sus actuaciones lo bautizó con el apodo que ya no lo abandonaría: «Buster». Este sustantivo tiene variadas acepciones que pasan desde «pobre diablo» hasta un destructor de las cosas establecidas. 

Su salto de las caravanas de vodevil a los estudios de cine se dio de la mano del actor Roscoe «Fatty» Arbunckle, a quien conoce en 1917. Aparecerá de secundario y se hará destacar de inmediato con su facilidad de caída y el toque cómico que imprime a los gestos corporales que las acompañan. Por ello, cuando ya es dueño de sus estudios y dirige sus películas, se niega a usar dobles: «Los dobles saben caer, pero no hacen reír», decía. 

En estos primeros filmes es evidente el contraste de su figura con la de «Fatty» Arbuckle, quien, al verlo ahora en pantalla tras 100 años transcurridos, ha adquirido un dejo inquietante que suele aparecer en los actos cómicos cuando estos ya nos son lejanos temporalmente (en el caso de «Fatty», en especial, tampoco ayuda el escándalo en el que se vio envuelto y que acabó con su carrera). En cambio, Keaton luce naturalmente cercano, su capacidad de provocar carcajadas sigue inmune, la sencillez del «pobre diablo» de gesto imperturbable que cae con gracia preserva eficiencia. Al contrario de Chaplin no apela a la sensiblería, «Buster» es un cómico no un humorista.

Como director fue pionero en la manera de contar cómicamente una historia, en aprender de la importancia de los planos y las perspectivas para contar un chiste. Su narrativa cinematográfica ha sido retomada por muchos directores posteriores a él. Como actor, «Buster» Keaton es una máscara jarriana: el actor-personaje es la acción que le toca representar en el drama, sin más trasfondo psicológico que el tiempo que permanece a cuadro. En «Sherlock Jr», por ejemplo, mientras que en el plano de ficción principal el aspirante a detective parece nublado de mala fortuna, en la meta-ficción el famoso detective es un sobrado triunfador a pesar de su torpeza. Y, a cuadro, lo que manda es la acción. 

Es usual que los personajes de «Buster» Keaton midan sus fuerzas junto al poder de la naturaleza: «Buster» Keaton contra un tornado, contra un potente chorro de agua, contra la gravedad, la inercia y contra las probabilidades. De la misma forma, la potencia física del personaje se pone en relación con objetos móviles: la locomotora, los autos de combustión interna, palancas, poleas y hasta el cinematógrafo son objetos animados que, unas veces, se interponen en el camino del héroe, mientras que en otras aparecen ante él para sacarles provecho. A veces estos objetos se trastornan para seguir la acción cómica que «Buster» representa, por ejemplo, con pintura y brocha dibuja un gancho en la pared que realmente sostiene su saco, estos juegos con la realidad no pasaron desapercibidos por los miembros del surrealismo y del teatro del absurdo, inclusive Beckett dirigió a Keaton en los años sesenta en el cortometraje experimental «Film».

Por ello, no es difícil pensar a «Buster» Keaton como un tranquilo y constante desafío: a las leyes de la naturaleza, a la gravedad, al dolor físico, a la lógica y un desafío a la felicidad. Un rostro inexpresivo que lo dice todo, que a veces pareciera divorciado de ese cuerpo inquieto siempre en movimiento y al mismo tiempo siempre expresando, sintiendo, comunicando. En él, cuerpo y rostro se integran en un contrapunto perfecto, construyendo un universo aparte en el que el fin último es la risa, el privilegio de gozar de la desgracia ajena, acallando nuestras conciencias sabiendo que el desgraciado no sufre su desgracia, por el contrario, «Buster» nos hace inmunes a ellas y nos acredita a seguir adelante, fascinados, en el viaje del sin sentido.

Selección breve:

«Neighbors» (1920)
«Cops» (1922)
«Sherlock Jr» (1924)
«The General» (1927)

 

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