Max Anchidin es un artista que se ha reinventado constantemente, y su más reciente sencillo, Kagami, nos lleva a una dimensión sonora que pocos se atreven a explorar. Después de un accidente que truncó su carrera como pianista, Max encontró en la producción electrónica una nueva forma de expresión. Ahora, en Kagami—que significa “espejo” en japonés—explora la introspección y el poder de sanar al enfrentar el dolor interno.
Kagami de Max Anchidin
La producción de Kagami es tan envolvente como intrigante. Max mezcla texturas electrónicas con vocalizaciones operáticas no verbales, creando un ambiente profundo y etéreo. Las vocales se sienten como un canto espiritual, una especie de coro celestial que te invita a mirar hacia adentro. La combinación de estos elementos crea un diseño sonoro que se siente único y liberador, como una meditación musical en la que cada sonido te envuelve por completo.
Max Anchidin juega con cada beat y textura para construir una atmósfera casi religiosa, llena de matices que capturan desde el primer segundo. La esencia de la canción evoca un ambiente místico, que recuerda a los cantos gregorianos, pero con un toque moderno de pulsaciones electrónicas y beats intensos. El resultado es un track que conecta con algo profundo, una experiencia que se siente tanto como se escucha.
Con Kagami algo ha creado un espacio donde la introspección y la sanación convergen. Te invito a escuchar Kagami, a dejarte llevar por esta experiencia sonora única, y a seguir a Max Anchidin en sus redes para descubrir más de su innovadora propuesta musical.
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